jueves, 9 de abril de 2015

SEÑORA MAYOR EN EL CAJERO AUTOMÁTICO

                                        SEÑORA MAYOR EN EL CAJERO AUTOMÁTICO           

         

Me voy acercando a la actualidad en el tiempo, el episodio que os voy a explicar se sitúa en el año 2008 aproximadamente. Como creo que ya os he comentado en alguna ocasión, trabajo en una entidad bancaria desde hace 35 años.

Como podréis ver, las circunstancias son las que son, no las escojo, se me ponen delante. Es cierto que siempre se puede decidir qué queremos hacer; te implicas o no, vas o no. Yo no me lo cuestiono en ningún momento, yo voy, ya lo tuve claro la primera vez y cada vez lo tengo más claro, siempre, sin ningún tipo de pretensión y con toda la humildad de la que puedo ser capaz os relataré estos hechos.

Serían sobre las doce de la mañana, de un día laborable cualquiera de la semana, no recuerdo exactamente pero carece de importancia. Estábamos inmersos en nuestro trabajo, cada uno a lo suyo, atendiendo como de costumbre, aunque creo que en ese momento estaba solo, no atendía a ningún cliente, cuando de repente se oyó un terrible golpe, parecía como si alguien se hubiera caído.

Una señora mayor había tropezado con el escalón de la zona de cajeros, no lo había visto, y se dio con la cara contra uno de los cajeros.

Empezamos a oír unos gritos terribles de dolor y otros de alarma, chillando desaforadamente: "mamita", "mamita". Nos levantamos todos para ver que había pasado y una señora mayor estaba tendida en el suelo, con la cara llena de sangre y gritando de dolor. A su lado había una chica joven, supuse que era su nieta, gritando desconsoladamente "mamita", "mamita".

En primer lugar era cuestión de poner orden a la situación. Pedí a mis compañeros que llamaran a una ambulancia para que viniera con urgencia, ya que desconocía el alcance de la lesión. A posteriori, pedí una silla para la señora, intentado calmarla con el máximo cariño y a la vez que ordené a la chica que se callara, pues no aportaba nada positivo con sus chillidos.

La herida que tenía la señora era muy importante y pedí una toalla limpia y decidí aplicar una técnica aprendida en el METODO SILVA, en el segundo nivel. Puse mi dedo índice a voltear la herida a la vez que repetía la palabra: "FRIO", "FRIO", "FRIO", sin parar ni un instante y con toda la intención del mundo para que aquello se parara. Pues bien, al cabo de unos segundos y con toda la fe puesta en que dicha situación se podía controlar, se produjo lo esperado. La herida dejó de sangrar, la señora había dejado de chillar y la chica os aseguro que también. Al cabo de unos minutos llegó la ambulancia, se llevaron a la señora, que ya no sangraba, y a su nieta. Como podréis imaginar, mi satisfacción era plena.

Alguien dijo; cómo es posible que no tuviera ningún temor a algún tipo de contagio. La verdad es que no me lo plantee en ningún momento, estaba seguro de que no me podía pasar nada, era una convicción personal. Claro está, cualquier precaución es poca, y por supuesto, os exhorto a que toméis todas las precauciones posibles que estén a vuestro alcance.             

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